martes, 18 de noviembre de 2014

Biografía Madiba



NELSON MANDELA

(Umtata, Transkei, 1918 - Johannesburgo, 2013)

A Nelson Rolihlahla Mandela le prepararon sus padres para ser jefe de la tribu de los 'Tembu', pero él planeaba un futuro muy distinto. Nació en Qunu, en el Trasnkei sudafricano, el 18 de julio de 1918. Su padre murió cuando tenía sólo 12 años, y su tío, jefe supremo de la tribu, se ocupó de su educación. El que estaba llamado a continuar la estirpe de la familia acabó huyendo a Johannesburgo para evitar un matrimonio concertado por su familia. Era hijo adoptivo del rey, pero tuvo que sobrevivir como guardia de seguridad en una mina.
El joven Mandela ingresa en la universidad de Fort Hare con la intención de estudiar Derecho. Allí coincide con Oliver Tambo, futuro presidente del Consejo Nacional Africano (CNA). Pronto los dos son expulsados por participar en una huelga estudiantil. Con él funda el primer bufete de abogados negros, fraguando el carácter contestatario del futuro líder sudafricano... y su fama de mujeriego. En 1958 se casa con su segunda mujer, Winnie Mandela, la primera asistenta social negra del país e infatigable activista. Su matrimonio duró hasta 1992 y dejó dos hijas, que se sumaron a los que tenía de su primera esposa, Evely Ntoko. En 1998 se casó con la viuda del presidente de Mozambique, Graca Machel.
Empezó a subir puestos en el CNA, liderando las campañas no violentas contra el Apartheid desde la Liga Juvenil. Sin embargo, llegaron las primeras encarcelaciones y los acosos por parte del Gobierno, que le acusaba de alta traición por sus actos de desobediencia civil. Como «última alternativa» a la sistemática y cruel represión del Estado segregacionista, Mandela y los suyos crearon la organización armada 'Lanza de la Nación', y empezaron a reclutar adeptos por todo el continente. Asistió a una conferencia de grupos libertarios panafricanos en Etiopía y a un cursillo de guerrillas en Argelia. El Gobierno sudafricano y sus aliados empiezan a considerarle un peligroso terrorista. Para los suyos era 'Pimpinela negra'
Renunciando a su derecho hereditario a ser jefe de una tribu xosa, Nelson Mandela se hizo abogado en 1942. En 1944 ingresó en el Congreso Nacional Africano (ANC), un movimiento de lucha contra la opresión de los negros sudafricanos. Mandela fue uno de los líderes de la Liga de la Juventud del Congreso, que llegaría a constituir el grupo dominante del Congreso Nacional Africano; su ideología era un socialismo africano: nacionalista, antirracista y antiimperialista.
En 1948 llegó al poder en Sudáfrica el Partido Nacional, que institucionalizó la segregación racial creando el régimen del apartheid. Bajo la inspiración de Gandhi, el Congreso Nacional Africano propugnaba métodos de lucha no violentos: la Liga de la Juventud del Congreso (presidida por Mandela en 1951-52) organizó campañas de desobediencia civil contra las leyes segregacionistas.
En 1952 Mandela pasó a presidir la federación del Congreso Nacional Africano de la provincia sudafricana de Transvaal, al tiempo que dirigía a los voluntarios que desafiaban al régimen; se había convertido en el líder de hecho del movimiento. La represión produjo 8.000 detenciones, incluyendo la de Mandela, que fue confinado en Johannesburgo. Allí estableció el primer bufete de abogados negros de Sudáfrica. En 1955, cumplidas sus condenas, reapareció en público, promoviendo la aprobación de una Carta de la Libertad, en la que se plasmaba la aspiración de un Estado multirracial, igualitario y democrático, una reforma agraria y una política de justicia social en el reparto de la riqueza.
La exacerbación del apartheid
El endurecimiento del régimen racista llegó a su culminación en 1956, con el plan del gobierno de crear siete reservas o bantustanes, territorios marginales supuestamente independientes en los que se pretendía confinar a la mayoría negra. El Congreso Nacional Africano respondió con manifestaciones y boicoteos que condujeron a la detención de la mayor parte de sus dirigentes; Mandela fue acusado de alta traición, juzgado y liberado por falta de pruebas en 1961.
Durante el largo juicio tuvo lugar la matanza de Sharpeville, en la que la policía abrió fuego contra una multitud desarmada que protestaba contra las leyes racistas, matando a 69 manifestantes (1960). La matanza aconsejó al gobierno declarar el estado de emergencia, en virtud del cual arrestó a los líderes de la oposición negra: Mandela permaneció detenido varios meses sin juicio.
Aquellos hechos terminaron de convencer a los líderes del Congreso Nacional Africano de la imposibilidad de seguir luchando por métodos no violentos, que no debilitaban al régimen y que provocaban una represión igualmente sangrienta. En 1961 Mandela fue elegido secretario honorario del Congreso de Acción Nacional de Toda África, un nuevo movimiento clandestino que adoptó el sabotaje como medio de lucha contra el régimen de la recién proclamada República Sudafricana; se encargó asimismo de dirigir el brazo armado del Congreso Nacional Africano (la Lanza de la Nación). Su estrategia se centró en atacar instalaciones de importancia económica o de valor simbólico, excluyendo atentar contra vidas humanas.

En 1962 viajó por diversos países africanos recaudando fondos, recibiendo instrucción militar y haciendo propaganda de la causa sudafricana; a su regreso, Mandela fue detenido y condenado a cinco años de cárcel. Un juicio posterior contra los dirigentes de la Lanza de la Nación le condenó a cadena perpetua en 1964. Pese a hallarse en cautiverio, ese mismo año fue nombrado presidente del Congreso Nacional Africano.
De la cárcel a la presidencia
Prisionero durante 27 años (1963-1990) en penosas condiciones, el gobierno de Sudáfrica rechazó todas las peticiones de que fuera puesto en libertad. Nelson Mandela se convirtió en un símbolo de la lucha contra el apartheid dentro y fuera del país, en una figura legendaria que representaba la falta de libertad de todos los negros sudafricanos.
En 1984 el gobierno intentó acabar con tan incómodo mito, ofreciéndole la libertad si aceptaba establecerse en uno de los bantustanes a los que el régimen había concedido una ficción de independencia; Mandela rechazó el ofrecimiento. Durante aquellos años, su esposa Winnie simbolizó la continuidad de la lucha, alcanzando importantes posiciones en el Congreso Nacional Africano. El ferviente activismo de Winnie no estuvo exento de escándalos; años después, ya en los 90, se vería envuelta en un polémico juicio en el que fue acusada de asesinato, si bien salió absuelta.
Finalmente, Frederik De Klerk, presidente de la República por el Partido Nacional, hubo de ceder ante la evidencia y abrir el camino para desmontar la segregación racial, liberando a Mandela en 1990 y convirtiéndole en su principal interlocutor para negociar el proceso de democratización. Mandela y De Klerk compartieron el Premio Nobel de la Paz en 1993.

Las elecciones de 1994 convirtieron a Mandela en el primer presidente negro de Sudáfrica; desde ese cargo puso en marcha una política de reconciliación nacional, manteniendo a De Klerk como vicepresidente y tratando de atraer hacia la participación democrática al díscolo partido Inkhata de mayoría zulú. Una de sus primeras medidas como presidente es renunciar a la tercera parte de su salario para dedicarlo a la creación del Fondo Nelson Mandela para la Infancia y así años después en Sudáfrica ya se le conocía cariñosamente como 'Mkhulu' (abuelo).
Una película del cineasta estadounidense Clint Eastwood, Invictus (2009), reflejaría con bastante fidelidad el Mandela de aquellos años; su apoyo a una selección nacional formada por blancos durante la Copa Mundial de Rugby de 1995, celebrada en Sudáfrica, muestra su empeño en integrar la minoría blanca y la mayoría negra sirviéndose de aquel acontecimiento deportivo y su firme voluntad de construir una nación para todos los sudafricanos, sin distinción de raza.

Mandela impulsó asimismo la redacción de una nueva constitución para el país, que fue finalmente aprobada por el parlamento en 1996. Un año después cedió la dirección del Congreso Nacional Africano a Thabo Mbeki, destinado a convertirse en su sucesor en la presidencia. En 1998, dos años después de haberse divorciado de Winnie, contrajo matrimonio con Graça Machel.
Junto con el arzobispo Desmond Tutu, que presidía la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, Nelson Mandela presentó en junio de 1998 el informe con las conclusiones de la Comisión. La talla del dirigente africano quedó patente una vez más cuando, frente al parecer del Congreso Nacional Africano, avaló las conclusiones del informe, que señalaban no solamente los abusos y crímenes del régimen segregacionista, sino también los cometidos por los diversos grupos de los movimientos de liberación, incluido el Congreso Nacional Africano. Tres meses antes de finalizar su mandato, Mandela anunció que no pensaba presentarse a la reelección. Le sucedió en la presidencia Thabo Mbeki, vencedor en las elecciones de junio de 1999.

Su pelo canoso, sus camisas Batik y su gesto siempre sonriente han aportado la cara amable a una dura biografía. Modelos, cantantes, actrices... Casi todos han buscado una fotografía con uno de los líderes con la agenda más llena de su época. Hasta se sacó a subasta por Internet una cita para tomar el té con 'Madiba' (apodo de Mandela en su país), para construir un centro pediátrico en Johannesburgo. Pero puso límites: se negó a recibir al presidente americano George W. Bush, de gira por Sudáfrica en 2003, por su empeño en llevar la guerra a Irak.

El planeta quiso honrar a 'su padre' en julio de 2008 con motivo de su 90 cumpleaños. Londres, la ciudad donde miles de personas reclamaron en 1988 su libertad, celebró en Hyde Park un macro concierto en el que participaron estrellas del cine, la música y la política. Mandela recordó al mundo todo el trabajo que aún queda por hacer «donde hay pobreza y enfermedad, donde los seres humanos son oprimidos». Los ciudadanos pudieron felicitarle a través de mensajes y la página web de su fundación contra el sida. Fue el Congreso de Estados Unidos quien le hizo uno de los mejores regalos: reconocer al fin su error y sacar su nombre, símbolo de la paz, de su lista de terroristas.
Pese a su retirada, el fervor que Mandela despertaba en sus compatriotas siguió vivo:
El 11 de febrero de 2010, cuando se conmemoraban los 20 años de su liberación, Mandela se dejó ver en el Parlamento sudafricano. Su sonrisa, esa que mantuvo hasta en los peores momentos, saludó a los miles de espectadores que asistían a su homenaje. El Parlamento explotó en cantos de alegría a la llegada del 'Gran padre' de la nación, y retomó el tradicional «Mandela, no hay nadie como tú». A sus 91 años, Mandela apareció acompañado por su esposa, Graça Machel. Entró con paso lento y muy protegido del público, debido a su delicado estado de salud, pero tan carismático como siempre.

«No quiero que me consideren un santo». Con más de 92 años, Mandela quiso dar a conocer al hombre que se escondía tras el icono internacional. Y lo hizo en 'Conversaciones consigo mismo' (2010), libro prologado por Barack Obama. En él, a través de notas y grabaciones reflejó el intenso dolor sufrido durante su estancia en la cárcel. No faltan reflexiones y pensamientos sobre la corrupción, el peligro del poder, llegando incluso a confesar: «Me apoyé en la arrogancia para ocultar mis defectos». También mostró su sufrimiento en temas tan personales como la muerte de su hijo. Ese mismo año vio como la tragedia tocaba de nuevo a su familia. Su biznieta Zenani Mandela, de 13 años, murió en un accidente de tráfico tras salir del concierto de apertura del Mundial de Fútbol. Esta circunstancia alejó a Mandela de los actos del evento deportivo que él mismo había promovido. 

 En 2010 estuvo presente en las ceremonias del Mundial de Fútbol de Sudáfrica, y recibió el caluroso apoyo de la multitud; en julio de 2013, estando el líder gravemente enfermo, la población sudafricana se lanzó a las calles para celebrar su 95º aniversario. Elevado a la categoría de uno de los personajes más carismáticos e influyentes del siglo XX, su figura ha entrado en la historia como encarnación de la lucha por la libertad y la justicia y como símbolo de toda una nación.
La salud de Nelson Mandela había sido especialmente frágil desde 2011, con continuos ingresos hospitalarios y reconocimientos médicos. Aquejado de problemas respiratorios desde los años de su reclusión en Robben Island, una neumonía, en marzo de 2013, marcó el inicio de su declive final. Sus admiradores le mandaron siempre mensajes de ánimo y apoyo desde todos los puntos del planeta, Infinitas muestras de cariño, que muchos dejaban en la puerta del hospital de Pretoria donde ingresó el 8 de junio de 2013. El expresidente sudafricano Nelson Mandela murió el jueves 5 de diciembre del 2013 en Sudáfrica, a los 95 años de edad.